Luis Martín Lingán Cabrera
La muerte del fiscal argentino Nisman ha conmocionado a los argentinos y ha concitado la atención mundial. Como se sabe, el 18 de enero pasado el magistrado fue hallado muerto en el baño de su domicilio con un disparo en la cabeza.
En las redes sociales masivamente circuló la interrogante ¿suicidio u homicidio? ¿Una mano ajena silenció al acusador de la presidenta argentina Fernández; o acaso, abrumado y nervioso por la trascendental investigación a su cargo, decidió acabar con su existencia?
Las investigaciones ya se vienen realizando. Seguramente se actuarán pericias balísticas, recepción de testimoniales, necropsia al cadáver, entre otras.
Sin embargo, a veces estas diligencias son insuficientes para esclarecer el hecho, y para determinar si estamos ante un crimen o un suicidio se recurre a la denominada Necropsia Psicológica.
Se dice que a través de esta necropsia psicológica se busca indagar si la persona tenía alguna depresión, motivos para acabar con su vida, problemas que lo agobiaban, o es que por el contrario estaba viviendo el mejor momento de su vida, que hacía impensable un accionar suicida. Se entrevista para tal efecto a personas que tuvieron contacto con el fallecido y se obtienen conclusiones.
Nos preguntamos ¿Se utiliza la necropsia psicológica en las investigaciones fiscales en nuestro país? ¿Existen peritos psicológicos capacitados para realizarla? ¿Ha ayudado a esclarecer algún caso? ¿Podrá ser utilizada en el caso del Fiscal argentino Nisman?
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