Luis Martín Lingán Cabrera
Como se sabe, Israel, ante los continuos ataques lanzados en su contra con cohetes caseros por militantes del movimiento radical Hamás (Movimiento de la Resistencia Islámica), instalados en la Franja de Gaza, decidió intervenir militarmente este territorio, mediante horrendos ataques por aire, mar y tierra, enarbolando el derecho de su población a vivir en paz.
La inacción internacional en un primer momento fue pasmosa; luego, poco a poco, se ha gestado una corriente mundial de repudio al ataque israelí, expresada en las numerosas manifestaciones a favor del pueblo palestino realizadas en diferentes partes del orbe.
El Consejo de Seguridad de la ONU, por fin ha aprobado una resolución, la 1860, pidiendo “un cese al fuego inmediato, duradero y plenamente respetado, que conduzca a la completa retirada de las fuerzas israelís” de la Franja de Gaza.
A pesar de ello, ni Israel ni Hamás han cesado sus ataques, causando la muerte de más de 800 palestinos y un número menor de israelíes, sin avizorarse una culminación del conflicto a corto tiempo.
Si bien Israel tiene derecho a defenderse, su intervención militar es abusiva e irracional, pues sus bombardeos han causado la muerte de civiles inocentes, mayormente mujeres y niños palestinos, cuando se guarecían en sus jardines, en el interior de sus viviendas, e incluso, en un local de la ONU, vulnerándose las normas del Derecho Internacional Humanitario.
Concordamos con quienes afirman que no puede exigirse a Israel utilizar también cohetes caseros contra Hamás, para señalar que su defensa ha sido proporcional. Pero no se puede aceptar, por irracional, ataques con bombas en una ciudad, con la previsión de que causarán la muerte de civiles, sin ninguna responsabilidad en la génesis y desarrollo del problema.
La continuación de la intervención militar israelí, ignorando la resolución 1860 del Consejo de Seguridad de la ONU, constituye un golpe a la legitimidad de esta institución y al derecho internacional, el cual, una vez más, como sucedió años atrás, con el ataque estadounidense en Afganistán e Irak, sucumbe ante el accionar de potencias militares como Israel.
Estos hechos nos recuerdan una frase que aunque en otro contexto, el maestro Francesco Carnelutti, hace años enunció: “el derecho internacional no es todavía verdadero y propio derecho, como lo es el derecho interno; es un derecho que se está haciendo, no un derecho ya hecho; un feto, no todavía un recién nacido”
Como se sabe, Israel, ante los continuos ataques lanzados en su contra con cohetes caseros por militantes del movimiento radical Hamás (Movimiento de la Resistencia Islámica), instalados en la Franja de Gaza, decidió intervenir militarmente este territorio, mediante horrendos ataques por aire, mar y tierra, enarbolando el derecho de su población a vivir en paz.
La inacción internacional en un primer momento fue pasmosa; luego, poco a poco, se ha gestado una corriente mundial de repudio al ataque israelí, expresada en las numerosas manifestaciones a favor del pueblo palestino realizadas en diferentes partes del orbe.
El Consejo de Seguridad de la ONU, por fin ha aprobado una resolución, la 1860, pidiendo “un cese al fuego inmediato, duradero y plenamente respetado, que conduzca a la completa retirada de las fuerzas israelís” de la Franja de Gaza.
A pesar de ello, ni Israel ni Hamás han cesado sus ataques, causando la muerte de más de 800 palestinos y un número menor de israelíes, sin avizorarse una culminación del conflicto a corto tiempo.
Si bien Israel tiene derecho a defenderse, su intervención militar es abusiva e irracional, pues sus bombardeos han causado la muerte de civiles inocentes, mayormente mujeres y niños palestinos, cuando se guarecían en sus jardines, en el interior de sus viviendas, e incluso, en un local de la ONU, vulnerándose las normas del Derecho Internacional Humanitario.
Concordamos con quienes afirman que no puede exigirse a Israel utilizar también cohetes caseros contra Hamás, para señalar que su defensa ha sido proporcional. Pero no se puede aceptar, por irracional, ataques con bombas en una ciudad, con la previsión de que causarán la muerte de civiles, sin ninguna responsabilidad en la génesis y desarrollo del problema.
La continuación de la intervención militar israelí, ignorando la resolución 1860 del Consejo de Seguridad de la ONU, constituye un golpe a la legitimidad de esta institución y al derecho internacional, el cual, una vez más, como sucedió años atrás, con el ataque estadounidense en Afganistán e Irak, sucumbe ante el accionar de potencias militares como Israel.
Estos hechos nos recuerdan una frase que aunque en otro contexto, el maestro Francesco Carnelutti, hace años enunció: “el derecho internacional no es todavía verdadero y propio derecho, como lo es el derecho interno; es un derecho que se está haciendo, no un derecho ya hecho; un feto, no todavía un recién nacido”
A pesar de ello, se espera que la población del mundo siga presionando por la pronta culminación de las hostilidades, a fin de evitar más pérdidas humanas, y calmar de esta manera la angustia de los niños palestinos, principales e inocentes víctimas de esta nueva acción bélica.
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